Analogía universal: sólo con pronunciar esta fórmula se evoca, como una vasta arquitectura sumergida, lo que fue el esoterismo reinante en Europa desde principios del siglo xv. Las formas que asumió fueron numerosas: del platonismo blando de Ficino al áspero y egipcio de Bruno, de la teosofía mosaico-naturalista de Fludd a la teutónico-cósmica de Böhme, hasta Swedenborg y Louis-Claude de Saint-Martin. Las doctrinas eran variadas, a veces opuestas. Pero ninguno de estos pansóficos puso en duda el principio de la analogía universal. El pensamiento mismo se ofrecía como una variación sobre el «enorme teclado de las correspondencias». Esto implicaba un responderse, atraerse y rechazarse entre los elementos dispersos de las manifestaciones. No era necesario nada más para inocular en lo existente la ambrosía –el veneno– del significado.
Roberto Calasso. La Folie Baudelaire.
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O mundo está farto de analogias.
O mundo está farto de analogias.